EL ORIGEN DEL TIEMPO
El concepto actual de tiempo proviene de los campos más avanzados de las astronomía y la física, pero su verdadera naturaleza permanece como un misterio. El tiempo no solo rige las actividades del hombre, sino su ser mismo, pues todo lo que experimenta en su vida sucede en el transcurrir de esta abstracción. De hecho no hay nada en el mundo conocido que no experimente los cambios que el tiempo trae consigo. Se dice que “el tiempo es implacable” porque nunca deja fluir y todo lo que existe está sometido a su efecto. Todos nos vemos afectados por el tiempo y, sin embargo, es tan difícil de definir. Hace mil quinientos años, Agustín, filósofo y obispo de Hipona que después fue santo, pregunto: “¿qué es el tiempo?” y se respondió a si mismo: “ si alguien me lo pregunta se lo que es”. Pero si deseo explicarlo no puedo hacerlo”.
El tiempo ha intrigado a las mentes humanas desde la antigüedad, y en un intento de entenderlo se le han otorgado distintos sentidos. Los griegos creían que tiempo era cíclico y que cuando todos los cuerpos celestes volvieran a sus posiciones originales, todo volvería a ser como en el principio e iniciaría de nuevo la existencia. Los cristianos, en cambio, concedían al tiempo en forma lineal, con un principio y un final, consignado en su texto sagrado, La Biblia. En la era del racionalismo, el filósofo Isaac Newton dijo que el tiempo existía independientemente de la mente humana y los objetos materiales, que podían fluir por sí mismo. El filósofo Emmanuel Kant, al contrario, propuso que el tiempo era una invención humana que se proyectaba sobre el universo.
Todos sabemos que el tiempo se percibe de manera subjetiva, por ejemplo es muy distinto pasar un minuto bajo el agua que estar un minuto jugando con los amigos. El tiempo también se percibe a través de los cambios manifestados en los objetos animados e inanimados. La observación del mundo externo permite advertir la sucesión de numerosos acontecimientos, algunos de tipo astronómico, como la salida y puesta del Sol, la sucesión de las estaciones y, otros como las posiciones sucesivas que adopta un cuerpo en su caída, un péndulo que oscila, o los cambios biológicos de los seres vivos. Las distintas culturas han creado muchas maneras de medir el tiempo, valiéndose de tecnología específica para ello –como son los cuadrantes solares, o los relojes-, o bien a partir de elaboraciones intelectuales basadas en la observación astronómica, como son los calendarios. La historia se vale de estas convenciones creadas por el hombre para situar los procesos y sucesos en el pasado.
El concepto actual de tiempo proviene de los campos más avanzados de las astronomía y la física, pero su verdadera naturaleza permanece como un misterio. El tiempo no solo rige las actividades del hombre, sino su ser mismo, pues todo lo que experimenta en su vida sucede en el transcurrir de esta abstracción. De hecho no hay nada en el mundo conocido que no experimente los cambios que el tiempo trae consigo. Se dice que “el tiempo es implacable” porque nunca deja fluir y todo lo que existe está sometido a su efecto. Todos nos vemos afectados por el tiempo y, sin embargo, es tan difícil de definir. Hace mil quinientos años, Agustín, filósofo y obispo de Hipona que después fue santo, pregunto: “¿qué es el tiempo?” y se respondió a si mismo: “ si alguien me lo pregunta se lo que es”. Pero si deseo explicarlo no puedo hacerlo”.
El tiempo ha intrigado a las mentes humanas desde la antigüedad, y en un intento de entenderlo se le han otorgado distintos sentidos. Los griegos creían que tiempo era cíclico y que cuando todos los cuerpos celestes volvieran a sus posiciones originales, todo volvería a ser como en el principio e iniciaría de nuevo la existencia. Los cristianos, en cambio, concedían al tiempo en forma lineal, con un principio y un final, consignado en su texto sagrado, La Biblia. En la era del racionalismo, el filósofo Isaac Newton dijo que el tiempo existía independientemente de la mente humana y los objetos materiales, que podían fluir por sí mismo. El filósofo Emmanuel Kant, al contrario, propuso que el tiempo era una invención humana que se proyectaba sobre el universo.
Todos sabemos que el tiempo se percibe de manera subjetiva, por ejemplo es muy distinto pasar un minuto bajo el agua que estar un minuto jugando con los amigos. El tiempo también se percibe a través de los cambios manifestados en los objetos animados e inanimados. La observación del mundo externo permite advertir la sucesión de numerosos acontecimientos, algunos de tipo astronómico, como la salida y puesta del Sol, la sucesión de las estaciones y, otros como las posiciones sucesivas que adopta un cuerpo en su caída, un péndulo que oscila, o los cambios biológicos de los seres vivos. Las distintas culturas han creado muchas maneras de medir el tiempo, valiéndose de tecnología específica para ello –como son los cuadrantes solares, o los relojes-, o bien a partir de elaboraciones intelectuales basadas en la observación astronómica, como son los calendarios. La historia se vale de estas convenciones creadas por el hombre para situar los procesos y sucesos en el pasado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario