Esta dinámica consistió en que la profesora nos dictaba una serie de frases y nosotros debíamos de ir anotando las palabras que se nos viniesen a la mente en ese mismo momento. Las frases que la profesora nos dictó fueron las siguientes:
El mundo parece una jaula.
Quizás por eso fuimos educados en jaulas.
En la puerta de la jaula apareció la J para despistar y convencernos de que lo allí aprendido era para nuestro bien. Así aprendimos a ser gentes de provecho… Cada uno desde su jaula.
Menos mal que los ratos de jaula estaban compensados con las libertades del recreo. Allí podíamos crear, inventar y ser señores de nuestros juegos. En la jaula te enseñaban a ser “como dios manda”. En el recreo mandas tú como un dios: creas y destruyes cada poco un nuevo juego. Porque importa jugar y no el juego en sí. En la jaula importa que el juego no cambie y de unos a otros se hereda todo como inamovible: seriedad es ser hechos en serie y que el proceso entero, del comienzo al fin, esté reglamentado.
Cuando jugamos los adultos apenas nos atrevemos a recuperar el recreo. Inventar, divertirse, ser banal, ser espontáneo es una auténtica reconquista de la madurez. Incluso, si jugamos, se hace en espacios y tiempos bien señalizados, como con pudor. Para que nadie crea que somos así. Estamos de broma, es un juego. Es un cursillo sobre el jugar. Es una excepción al estado de seriedad habitual.
El juego está enjaulado…
¿Quién lo desenjaulará?
El desenjaulador que lo desenjaule…
Como dios lo pasará (¡palabra!).
Mi torbellino de ideas es el siguiente:
· Cerrado
· Sin libertad
· Bienestar · Individual
· Compensación
· Sociedad
· Provechoso
· Interacción
· Creatividad
· Diversión
· Leyes
· Normas
· Líder
· Innovación
· Tradición
· Reglas
· Sistema
· Interacción
· Espontaneidad
· Revolución
· Espíritu juvenil
· Normalidad
· Rutina
· Reto
El mundo parece una jaula.
Quizás por eso fuimos educados en jaulas.
En la puerta de la jaula apareció la J para despistar y convencernos de que lo allí aprendido era para nuestro bien. Así aprendimos a ser gentes de provecho… Cada uno desde su jaula.
Menos mal que los ratos de jaula estaban compensados con las libertades del recreo. Allí podíamos crear, inventar y ser señores de nuestros juegos. En la jaula te enseñaban a ser “como dios manda”. En el recreo mandas tú como un dios: creas y destruyes cada poco un nuevo juego. Porque importa jugar y no el juego en sí. En la jaula importa que el juego no cambie y de unos a otros se hereda todo como inamovible: seriedad es ser hechos en serie y que el proceso entero, del comienzo al fin, esté reglamentado.
Cuando jugamos los adultos apenas nos atrevemos a recuperar el recreo. Inventar, divertirse, ser banal, ser espontáneo es una auténtica reconquista de la madurez. Incluso, si jugamos, se hace en espacios y tiempos bien señalizados, como con pudor. Para que nadie crea que somos así. Estamos de broma, es un juego. Es un cursillo sobre el jugar. Es una excepción al estado de seriedad habitual.
El juego está enjaulado…
¿Quién lo desenjaulará?
El desenjaulador que lo desenjaule…
Como dios lo pasará (¡palabra!).
Mi torbellino de ideas es el siguiente:
· Cerrado
· Sin libertad
· Bienestar · Individual
· Compensación
· Sociedad
· Provechoso
· Interacción
· Creatividad
· Diversión
· Leyes
· Normas
· Líder
· Innovación
· Tradición
· Reglas
· Sistema
· Interacción
· Espontaneidad
· Revolución
· Espíritu juvenil
· Normalidad
· Rutina
· Reto
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